Había una vez un trébol de cuatro hojas que quería ser como todos los demás, de tres hojas, porque se sentía deforme y fuera de lugar, así que un buen día ser armó de valor y ¡saz! que se arranca una hojita. A los dos minutos de la mutilación comenzó a llorar porque se dio cuenta que ser igual era aburrido, así que se armó de valor otra vez y ¡saz! ¡que se arranca otra hojita! Ahora era un trébol de dos hojas.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario