jueves, 7 de octubre de 2010

¡Ñam! ¡Yiuk!

Tengo hábitos desagradables que no puedo corregir y ni siquiera puedo describir, pero trataré (de corregir no, de describir sí).
-Morder y babear las plumas, lapices y lapiceras... y todo lo que tenga en mi mano, hasta los boletitos del camión o la mano misma (lo explicaré más adelante).
-Revolver mi comida para formar una masa asquerosa pero deliciosa; esto es, hacer un desastre en el plato, separar ingredientes, volverlos a integrar (por cierto, me dan ganas de matar a quienes meten mano pensando que el ingrediente separado es por discriminación, grrrrr). Usar las manos para las ensaladas y los cubiertos para las hamburguesas.
-Chuparme el dedo gordo de la mano izquierda (creo que es la izquierda) mientras estoy atenta al monitor o cuaderno, pensando y tratando de escribir, o leyendo con suma concentración.
-Agarrarme los pies si traigo zapatos abiertos (ajá, y después me chupo el dedo gordo).
-Tocarme la axila para ver si está sudada (este hábito es de los peores, junto con el siguiente).
-Olerme la axila (según yo discretamente) para verificar que no huela a sudor. En caso de que sí huela la rehuelo para comprobar que tan intenso es el olor. En caso de que el olor sea intenso la re-rehuelo para poner cara de fuchi (fuchi sí está en el diccionario, yo pensaría que no).
-Limpiarme la baba de la cara (recién despierto obvio, ni que babeara todo el día) en la almohada.
-Picarme la nariz (no se hagan, todo mundo lo disfruta).
-Aspirar profundamente el olor a popó de vaca.
-Etcétera. <- punto final

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