viernes, 27 de enero de 2012

Permanecerías toda tu vida, callada.

Dices que me entiendes, tan ingenua.
Me entenderías si supieras las verdades y no sus verdades.
Que llama en las madrugadas para decir que aún me ama, que nunca me dejó para estar contigo, que aunque no me besa me piensa y quizá más de lo que te piensa a ti.
Pobre ingenua que crees que su gran defecto es no saber decir no y que no sabes que su egoísmo nos carcome, a ti, a mí y a él.
¿Que me entiendes? Lo que pasa es que tú no sabes lo que pasa y nunca supiste lo que pasó. Por eso es que crees, pero no, que tú no entiendes nada. Que no fui yo quien lo buscaba, que no es amor lo que lo mueve, que es la soledad la que lo aterra.
Entenderías si supieras las historias completas y no tantos cuentos azules, y es aquí cuando debo confesar que jamás te creí lista pero nunca te creí tan tonta, pregonando que entiendes de lo que no tienes un comino de idea, alardeando de lo que careces.
No, nunca me dejó y no lo hará, porque así es él, me ama y lo hace mal y a medias, las otras medias las duerme contigo. 
Cobarde que no se atreve a perder para ganar, que vive sin amar con un amor que no tiene principio y mucho menos fin. Que bien sabe que eres la antítesis de lo que necesita pero te necesita para saberse porque está perdido.
Así es él y no me sorprende, sin embargo me sorprendes tú, inguenua entendedora de lo que no se puede comprender.
De él no espero nada, de ti lo único que espero es que si no sabes, te calles.

Entonces, permanecerías toda tu vida callada.

1 comentario:

  1. En verdad deseo, con todas mis fuerzas, que lo lea la susodicha.

    ResponderEliminar