jueves, 15 de abril de 2010

Trébol parte cuatro

Había una vez un trébol de cuatro hojas, verde verde, del mismo verde que el color del pasto. Sí, del mismo verde que todos los demás pero de cuatro hojitas en forma de corazón, y digo hojitas porque era un trébol chiquito. Un día se le ocurrió que no le gustaba ser de cuatro hojas ni chiquito ni verde, que porque los demás eran de tres hojas, que porque los demás eran también verdes, que porque los demás eran... y no se daba cuenta que él era especial, porque aunque era igual de verde era igual de importante, porque tener cuatro hojas en lugar de tres lo hacía interesante (y no deforme) y que ser chiquito de tamaño no quería decir que lo fuera de ideas o de sentimientos. Y como no se daba cuenta de eso, que se pinta de azul y se arranca un corazoncito; a lo de ser chiquito no le encontró remedio, así que siguió siendo chiquito pero azul azul como el cielo de noche, cuando no hay luna ni nubes, sólo salpicaduras de un azul claro, como estrellitas.
El primer día se sintió muy contento con el resultado, todos lo miraban y se preguntaban quien era; el segundo día ya no era novedad porque todos sabían de quien se trataba y para el tercero todo fue muy triste porque a pesar de que todos sabían quien era él, el pobre trébol al mirarse en un espejo no se reconoció y se sintió perdido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario